Los fantasmas de Allan Kardec: 5 curiosidades sobre el padre del espiritismo
El espiritismo moderno fue formulado por Allan Kardec en el siglo XIX.
Se suele decir que fue en 1847 cuando los vivos entraron por primera vez en comunicación directa con los espíritus de los muertos, con fantasmas. Dos jóvenes americanas, las hermanas Fox, afirmaron haber conversado con un fantasma haciendo chasquear los dedos, y desde entonces, el mundo de los espíritus, el espiritismo, ha sido muy explorado.
A través del espiritismo, la humanidad pretende penetrar en un universo fantástico, que no se sabe si es fruto de una desbordada imaginación, o el resultado de sesudas investigaciones científicas. Dentro del espiritismo, hay un nombre que destaca sobre todos los demás: Allan Kardec, considerado el padre del mismo.
Fantasmas, espiritismo... pero ¿quién es Allan Kardec?
Podemos definir el espiritismo como una doctrina de origen primitivo, que se basa, más allá de la creencia ancestral de la dualidad del cuerpo y del alma, en un tercer plano, en el cual el alma tiene una esencia superior, divina: el espíritu.
El espiritismo moderno fue formulado por el francés Allan Kardec en el siglo XIX, y enriquecido posteriormente por sus discípulos y émulos.
Allan Kardec era el pseudónimo del pedagogo y escritor Hippolyte Léon Denizard Riva, y este consideraba que los espíritus de los muertos (esos que quizá no han podido retornar con Dios o que están a la espera de reencarnarse) se pueden comunicar con los vivos a través de personas con un don especial, los llamados médiums.
El libro de los espíritus de Allan Kardec
Al igual que las grandes corrientes religiosas, el espiritismo se exporta rápidamente desde sus fronteras culturales originales, situadas en Francia. Destaca su llegada al continente norteamericano y asiático, especialmente desde la mitad del siglo XIX.
Esto se debe a la aparición el 18 de abril de 1857 de ‘El libro de los espíritus’, una obra de medio centenar de páginas que aúna creencias animistas africanas, de los indios amazónicos así como cristianas. El libro de los espíritus es anterior a las obras del americano Jackson Davis y se puede considerar la base del movimiento espiritista internacional.
Pronto fue traducido a las principales lenguas, y ya en 1858 comienza a reeditarse. Este fue el primer trabajo que Hyppolyte publicó con el seudónimo de Allan Kardec, y supuso para él una metamorfosis, pues se convenció qué tenía una misión en el mundo, la de revelar la riqueza del mundo invisible a los ojos, el de los espíritus, y se consagró a ella con pasión y obstinación.
En el libro acepta que Dios es el creador del universo, pero que estamos rodeados de espíritus pendientes de encarnarse. Así, señaló que los fantasmas o espíritus evolucionan siempre, y en sus múltiples existencias corporales pueden detenerse pero nunca retroceder. Además, apunta que en el universo hay otros mundos habitados por seres diferentes grados de evolución, algunos más y otros menos avanzados que el ser humano.
Los fantasmas de Allan Kardec: 5 curiosidades sobre el padre del espiritismo
¿Cuántos de estos datos de la vida del padre del espiritismo conocías? ¡No apto para gente con miedo a los fantasmas!
1. Una iluminación tardía
Allan Kardec ya había cumplido los 50 años cuando comenzó a interesarse por el mundo de los espíritus, si bien anteriormente mostró mucha curiosidad por el magnetismo. Hasta entonces desconfiaba de los primeros contactos con el más allá que comenzaron a hacer los ciudadanos de clases altas, con utensilios como las mesas parlantes, que sonaban para responder “sí” o “no” a una pregunta.
2. Su primer contacto con los espíritus
Se data en mayo de 1855 Como primera experiencia paranormal de Allan Kardec, Tuvo lugar en la casa de una señora apellidada Plainemaison, y allí vio por primera vez mesas que giraban saltaban o corrían, así como tentativas de escritura automática sobre una pizarra.
En una posterior visita a esa misma casa conoció a la familia Baudin, que le invitó a asistir a las sesiones semanales que tenían lugar en su casa, y allí realizó sus primeros estudios serios sobre el espiritismo.
3. El Espíritu Verdad
Uno de los espíritus que más mensajes dejó a Allan Kardec era un fantasma que se hacía llamar a sí mismo como Espíritu Verdad, y que se identificaba como un espíritu familiar. Este se ponía en contacto de manera mensual con Kardec a través de una sesión de magnetismo. Se fecha el 30 de abril de 1856 el día de la auténtica revelación de Kardec. Sucedió en casa de la señorita Japhet, una sonámbula, y allí el espíritu Verdad le indicó que él era el escogido de entre todos para la misión de salvar al mundo comunicando su mensaje del espiritismo.
4. Los libros de Allan Kardec
‘El libro de los espíritus’ antes citado se convirtió en un best seller que permanece a lo largo del tiempo, y de hecho, ahora mismo es fácil hacerse con un ejemplar pues son muchas las editoriales que lo tienen en su catálogo. Pero no es la única que firmó Allan Kardec.
Entre otras piezas, también merece la pena destacar ‘El libro de los médiums’, ‘El evangelio según el espiritismo’ y ‘El génesis’. Igualmente, creó una revista en 1858, ‘Revue Spirite’ que sigue editándose a día de hoy, y no solo en francés, sino también en inglés, polaco, español, portugués y ruso.
5. La quema de sus libros en España
En 1861, un librero de Barcelona, en España, le solicitó 300 libros para venderlos en el país vecino del autor, pues estaba interesado en difundir el mensaje espiritista en la península ibérica. El envío fue abierto en aduana y se le cobró los derechos previstos por los mismos, pero como parecían sospechosos desde el punto de vista religioso, la aduana mandó al obispo de Barcelona un ejemplar par que diese su opinión.
El religioso se escandalizó por lo que leía y pidió al Santo Oficio que incautara todos los libros y fuesen destruidos, y aunque Allan Kardec pidió que se le devolviese los libros así como el dinero abonado en la aduana, su petición se rechazó, y el obispo de Barcelona dijo que dado que aquellos libros eran contrarios a la fe católica, el gobierno no podía consentir que pervirtiesen la moral y la religión del país.
Los libros finalmente fueron quemados en una pira en una plaza pública, las cenizas fueron aventadas, y la plaza fue bendecida a modo de purificación. Sin embargo, los allí presentes alzaron la voz contra la Inquisición, y se apresuraron a recoger los restos para hacer talismanes con los mismos.
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