Épona, la diosa celta de los caballos, la fertilidad y la sanación con cristales
Descubre esta deidad de origen celta, conocedora del poder de la naturaleza y sus usos para cuidar de quienes la habitan
Una de las diosas celtas más conocidas es Épona. Para los más jóvenes, este nombre evocará al videojuego ‘Legend of Zelda’, ya que se llama así la yegua de Link, el personaje protagonista. La elección de este nombre no es insignificante, ya que la diosa celta está asociada con el caballo de una manera muy profunda. Aquí os contaremos más sobre esta deidad celta de la naturaleza, que velaba con devoción por estos animales y contaba con profundos conocimientos sobre la sanación con cristales.
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¿Quién es Épona? La diosa celta de los caballos
El nombre de la diosa celta Épona (también llamada Epona, sin acento) surge de la latinización del nombre galo epo, que significa caballo. Así, en la mitología celta, Épona representa a la diosa de los caballos y todos aquellos seres humanos asociados con estos animales: los jinetes, los criadores, los trabajadores de los establos.
Por extensión, la diosa de los caballos representa al pueblo nómada celta. De hecho, ella era en particular la diosa protectora de las tropas de caballería gala que contribuyeron a difundir su culto fuera de la Galia.
Épona también es conocida a veces con otros nombres, como Mandica y también como Edain. En otras mitologías encontramos deidades similares como Rhiannon (esposa de Pwyll, en la mitología galesa). Se cree que era la madre del dios Maponos, que a veces se representa en forma de potro.
La diosa celta Épona se describe con frecuencia con el aspecto de una Gran Diosa, una personificación del Mundo que da a luz a la vida en todas sus formas. Así, tendría atributos como diosa de la fertilidad, si bien, generalmente está asociada con las especies animales que habitan la Tierra, también es conocida como una diosa de la naturaleza.
Épona y su sanación con cristales
Las funciones que se atribuyen a Épona son las de una diosa responsable de la fecundidad, la fertilidad, la abundancia (de ahí que se la represente con la cornucopia o cuerno de la abundancia), la protección, la salud, y la curación. Su nombre también está vinculado de este modo a la sanación con cristales o minerales.
Considerada reina de las hadas, Épona representa la conexión entre el mundo tangible y el invisible, traduciendo este vínculo en el empleo de las energías contenidas en la naturaleza para ayudar a los seres que la habitan, sean plantas, animales o personas quienes necesiten de sus cuidados.
Épona como deidad también inspira a los hombres a valerse del poder curativo que se encuentra oculto en las formas más elementales de la existencia, siendo su especialidad la del uso de los minerales y en el empleo en sanación con cristales puros hallados en la naturaleza; amatistas, cuarzos, ágatas...
Como diosa de la naturaleza, se creía que Épona estaba siempre dispuesta a curar a los animales. Muchos seguidores de esta diosa cuelgan una herradura sobre la cama de su mascota cuando está sufriendo algún problema de salud.
El culto de Épona en Roma, la protectora de las caballerías
El culto a la diosa celta Épona fue de los pocos (quizá el único) que llegó a Roma en el primer siglo de la era cristiana. Y es que cuando los romanos conquistaron los territorios galos, toleraron que continuara siendo venerada porque también adoraban a los caballos. Allí se dijo que Épona nació del amor de un misógino llamado Fulvio Stellus con una yegua. La imagen de Épona pronto logró un lugar destacado en los establos de las legiones romanas.
Es interesante resaltar que para los celtas de Irlanda no era inusual que el rey se uniera con una yegua. Un hecho chocante a día de hoy, pero que tenía un valor simbólico muy importante, ya que era la unión del padre celestial con una madre vinculada a la Tierra, y que tenía una función soberana de producción y reproducción. En Roma se le dedicó una fiesta el 18 de diciembre.
La representación de esta deidad celta a lo largo de la historia y en el arte
En las representaciones artísticas, Épona era plasmada como una mujer joven (a veces, una niña) con cabello largo y diadema, montando una yegua sin montura como una de las Amazonas y portando una cornucopia o cuerno de la abundancia.
La representación más famosa de Épona se puede visitar en el Museo Landes en Trier, Alemania, y allí aparece vestida con una larga túnica, junto a un caballo, y un recipiente similar a una taza o copa en su mano derecha. La obra data del siglo II de la actual era.
En su iconografía, no es raro verla también acompañada de un pájaro o un perro, lo que la conecta a un papel psicopompo, es decir, un personaje que acompaña a los muertos en su viaje post mortem hacia el cielo o hacia el infierno. En algunas culturas, de hecho, el caballo es a menudo considerado el introductor del alma del difunto en la otra vida.
En la literatura, destaca que Plutarco, Juvenal y Apuleyo, entre otros escritores, citaron a Épona en sus textos.
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